Los malditos

A finales de la primera década de los 2000, en el momento que Jesús Lemus estaba al mando del el periódico «El tiempo» de La Piedad, Michoacán, plasmo diferentes acontecimientos que molestaron a los gobernantes del lugar. La venganza de los fuertes se hizo presente, haciendo un desastre imputando cargos criminales y lo trasladaron al penal de máxima seguridad de Puente Grande, en donde su vida se volcó en la misma caldera, teniendo que esperar los más sádicos castigos significativos de las penitenciarias mexicanas. Cumpliendo su sentencia hostigado de tanta crueldad, Lemus logró la libertad. En buena parte por el periodismo que fue otorgada.

Un hecho deprimente que va de la mano del leyente a través de los intrincados y molestos pasillos de la penitenciaria federal de Puente Grande, en Jalisco, exactamente en la zona de segregación renombrada Centro de Observación y Clasificación, donde día a día se dan a la tarea de preservar su vida de más alta peligrosidad. En dicha penitenciaria deprimente lo más nefasta, el creador gravo las conversaciones que tuvo con los grupos de la llamada «selección nacional del crimen», sino antes tener la libertad, llego a fondo a las diversas causas de «vida» si se pudiera llamar «vida» de sus habitantes.